sábado, mayo 14, 2011

El tiempo y la fotografía

Cuando hablamos de fotografía, si se es un poco entendido en el tema, se pensará ipsofacto en velocidades. ¿Qué tiene que ver realmente el tiempo con el proceso de tomar una fotografía? Indistintamente que de acuerdo a la velocidad que se tenga para un diafragma específico, o queramos movimiento en la imagen o congelados, el tiempo tiene otra relevancia particular de la parte técnica y es la importancia del tiempo dentro de lo emocional, o no superficialidad [1] que puede llegar a contener una fotografía.
Para Cartier-Bresson más importante que una imagen perfecta en técnica, es la esencia que transmita la fotografía. No descarta la técnica de composición por nombrar la parte del proceso más relevante en cuanto a una imagen bien lograda; pero él, en su ensayo, comenta que la parte compositiva debe ser una acción de tipo tácito para todo individuo involucrado seriamente con la fotografía; destrucción de emocionalidad la compositiva a través de un automatismo. Cuan importante llega a ser el tiempo, que al hablar de sus viajes, decía, le daban ganas de asentarse justo días antes de tener que partir para poder ser al fin una imagen fija como en una película; y con gran razón hace tal afirmación, ya que al ser él, un “ser fotográfico” su actuar y sentir está mediado por la película; es decir, un fotograma necesita tiempo para sentar (fijar) una imagen en su emulsión, independientemente de cuan rápida (sensible) sea la velocidad de la película, de obturación y rapidez del lente. Si hacemos una analogía, luz-hombre / espacio tiempo – película, veremos que un hombre necesita un tiempo para recorrer un espacio, pero la luz casi recorre todo el espacio en el mismo tiempo, es decir, puedo recorrer una ciudad con una longitud de 300 kilómetros –si la volvemos una línea– siendo luz, en menos de un segundo. Así una fotografía logra asentarse en el espacio visto gracias al recorrido de la luz y su velocidad, o retomando la iniciativa de Cartier-Bresson, asentar al fotógrafo en ese lugar dónde la cámara estuvo; el espacio visto puede ser visitado por quien ve o posee la foto, y aun mejor, recorriendolo aun más rapido que la luz, ya que el recuerdo sea borroso o no, no se hará esperar.
si me elevo en un helicoptero con un ojo de pez montado en mi cámara,  tendré la ciudad en mis manos a través de la fotografía, según Cartier-Bresson, estaré en esa ciudad cada vez que alguien vea la foto.
Si generar una imagen desde este punto de vista -del que ve la foto- no requiere tiempo, qué diremos si retomamos a Minor White (el ojo y la mente de la cámara 1952) cuando contesta preguntas como ¿en qué piensa cuando va a tomar fotos? Y el responde, "en nada"; se requiere sólo el tiempo necesario para “ver” la imagen escuchando todos y cada uno de nuestros sentidos y sensibilidades.
Hoy en día hay ciertas divergencias entre la fotografía en película y la digital, a menudo escucho decir a las personas que ahora es más fácil corregir sobre la marcha, porque hay la opción de “revelar” (visualizar) al instante la imagen tomada. Al entrar en el terreno de tales diferencias, yo contestaba –y contesto sólo que ahora argumentado en Cartier-Bresson- que en cosas que se mueven y no son cíclicas –aunque muchos afirmen que todo es cíclico– no hay tiempo de revisar la imagen y se ha de confiar en que se hizo bien la lectura del luz [2],  en que se tuvo suficiente tiempo, aun cuando halla sido un 1/1000s para revisar el encuadre los elemntos incluidos y su composicion de ser posible, porque aquello que se sintió a través del visor, no va a ser jamás otra vez (El instante decisivo, 1952). Digo sentir, porque tengo minutos –si acaso uno– acumulados en mi experiencia tras de la cámara, que aun cuando se me ha escapado o no la imagen, la he sentido; así mismo, he sentido imágenes que no son mías, y eso para mi como fotógrafo es una satisfacción.
Me genera interrogantes el texto de Cartier-Bresson ahora, ya que la primera vez que lo he leído, no había estado tanto tiempo con una cámara digital en mis manos, y leí diferente el texto. ¿cómo cambiaría el texto si él, tuviese una cámara digital? Quiero atreverme a intentar decir que al menos quitaría un “no” que escribe, al decir no podría ser un trotamundos yo digo que sí, la velocidad del poder revisar, cuando ha pasado lo observado y hay tiempo para observar lo fotografiado, le daría las herramientas necesarias para, como Jean-Baptiste Grenouille[3], tener la esencia de todo cuanto quiere.
Otra forma del tiempo sobre la búsqueda de la imagen fotográfica, se da en cuestión del tiempo verbal, es decir, lo que pasó, pasó para siempre. De esta certidumbre nacen los temores y la fuerza de nuestra profesión. La incertidumbre de lo que será, y la certeza de lo que fue [4], se tenga o no la imagen; esa incertidumbre es ese ir con la mente en blanco de M. White, y el estar alerta, con el cerebro, el ojo y el corazón, de Henry Cartier-Bresson.

[1] El acto fotográfico, Philipe Dubois. Cap 1.
[2] documental sin pose, reporteria entre otros
[3] Protagonista de El perfume, de Patrick Süskind.
[4] Adivinanza que le hace el Maestro Hora a Momo, en el libo Momo de Michael Ende.