miércoles, agosto 11, 2010

Lecciones de fotografía tormentosa

Si en la antigüedad, quizá antes de inventarse la fotografía o por los mismos tiempos de Daguerre o su contraparte en Brasil, la letra con sangre entra por metonimia puedo decir que la fotografía con luz se vela. Y es que perder una foto es algo muy triste para un fotógrafo o que se manifieste el primero que diga que no haya perdido una foto, de aquellas que dependen del azar, por estar viendo algo en el visor, cuadrando la exposición, o sencillamente esperando quién sabe qué.

Hoy fui víctima del ardid fotográfico durante la majestuosa faena de la fugaz y poderosa luz de una tormenta que se paseó campante por las calles de barranquilla, y es que aquí durante gran parte del año, no sólo los cumbiamberos se toman las calles, también las tormentas y a paso de puya acelerada o mapalé erótico danzan sus aguas recorriendo las fuertes lozas de concreto y cómo decía un taxista el otro día “yo le dije a la pareja , que por cierto no era de aquí,  que el arroyo viene por una calle y ran! cruza por una carrera y luego zaz coge otra calle…el arroyo cruza, sí señor!” y cruzando de un lado a otro.

Y no es tanto que se vele por la luz per sé, por aquello del avance monstruoso y despiadado de lo digital, sino que el hecho de escoger un momento para hacer algo mientras un rayo cae frente a tu lente, y no estar la cámara obturada, puede hacerte pasar la noche en vela, por intentar dejar plasmada esa pasión por la luz en un pequeño hilo de haluros de plata que se ha trazado en el cielo y por ende en el papel fotográfico.

Compartiré entonces mis errores para que ustedes no los comentan si un día quieren sacar una buena foto de un rayo; según mi experiencia de hoy, lo primero que se debe hacer es llegar al sitio con la cámara en trípode, encendida y lista casi para ponerla como caiga a obturar –primera foto perdida mientras acomodaba el trípode- pues cabe la posibilidad que tu lente apunte a donde va a caer un rayo, y por lento como yo, no hayas presionado el obturador.

Por otro lado, la exposición de la cámara, es recomendable usarla un paso y medio o dos pasos por debajo de la exposición de zona V (léase zona cinco) que registra el exposímetro de la cámara; estaba haciendo fotos de noche, y bien! obtuve una foto de día un cielo de un color celeste palido pero hermoso, más esa no era la intención.

tercera foto perdida, rencuadrando un milímetro en cámara, cuando hoy se puede hacer en cualquier programa decente de edición, vi caer un rayo del grueso de una palmera, justo al borde del perfil de un edificio, ya les ilustrare con una foto, Estuve a punto de claudicar. Hay que tener en cuenta que a simple vista el dónde caerá un rayo, es algo azaroso, pero pude deducir, que un cumulo de nubes que tenga una buena concentración de pequeños Zeus traviesos, se desplazara en la dirección de la tormenta al menos, 2 marcas horarias o tres (como los militares “ enemigo a mis tres”) de 30 minutos a una hora, y lo supe cuando se me agotó la paciencia y cambie de encuadre una, dos y una tercera vez y ver correr los rayos sobre los encuadres que había hecho, en el mismo orden cuando ya estaba en mi ultima dirección de encuadre.


desear fervientemente es una opción que no está de más, eso si no lo apunten a ustedes, yo no me responsabilizo por alguna falla natural, es importante estar a buen resguardo y en sitios donde si llegase a caer un rayo cerca, existiese polo a tierra o la posibilidad que la energía sea conducida a tierra por algún camino que no sea uno. Eso si el rayo de tierra a cielo, será difícil saber dónde ubicarse.

aprendí mi lección, con 3 fotos perdidas, donde el encuadre tenia justo el espacio de cielo para haber sido llenados con los rayos que cayeron frente a la cámara, ah! qué las tengo en mi memoria física pero no es digital aun ni puedo usar mis ojos como ampliadora sobre un hermoso papel blanco que quemará algunos haluros de plata y otros los dejará correr tras su baño en el revelador.

tengan en cuenta cualquier consejo, o cualquier intuición de sentido común y a diferencia mía, ¡no velarán una noche de aquellas que se puede pasar de manera deliciosa en el cuarto oscuro!

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